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China superó a Japón y se convirtió en el primer exportador mundial de automóviles en la primera mitad de 2023. Aunque ya desde 2009 era el primer productor de coches a nivel global, actualmente lidera la producción mundial de vehículos eléctricos y la transformación del sector hacia las energías renovables.

Socialismo y cooperación económica
Muchos se preguntan cómo su industria automotriz ha podido crecer tanto en tan poco tiempo, teniendo en cuenta que China era todavía una importadora de coches en 2001, año en que ingresó en la Organización Mundial del Comercio.

La respuesta se encuentra en la peculiar historia de la industria automovilística china desde su creación en los años cincuenta –bajo el régimen de Mao Zedong– hasta el cambio de milenio. Las primeras empresas automovilísticas chinas, como First Automotive Works (FAW), nacieron en el momento álgido de la colaboración con la Unión Soviética (1949-1958), cuando Moscú transfirió tecnología y ayudas a las plantas industriales para producir los primeros modelos de camiones.

Aunque aquella colaboración estuvo marcada por la Guerra Fría y las características de la cooperación económica entre países socialistas, las empresas públicas creadas en aquel marco constituyen todavía hoy el pilar fundamental de la industria automovilística china y se las conoce como empresas vertebrales. Pese a su carácter público, esas empresas tuvieron desde sus inicios una clara orientación internacional.

La ruptura de China con la Unión Soviética en los años del Gran Salto Adelante (1958-1962) terminó con la colaboración industrial entre ambos países. No obstante, la industria automovilística china siguió con sus proyectos internacionales de colaboración tanto con Europa Occidental (Alemania Occidental, Italia o Francia) como con Europa del Este (Checoslovaquia, Yugoslavia, Alemania Oriental). A pesar de ello, la industria china fue quedándose rezagada, tecnológicamente hablando, respecto del resto del mundo.

Esto quedó en evidencia cuando, en 1979, comenzaron las reformas económicas. El grueso de la producción china se centraba en la fabricación de vehículos industriales, mientras que la producción de automóviles para pasajeros era simbólica y estaba reservada para la élite política.

Mercado a cambio de tecnología
La escasa oferta de coches privados y las perspectivas de crecimiento de la demanda (ante el fin de las restricciones al consumo de la época maoísta) motivaron a Deng Xiaoping a alentar los acuerdos entre las empresas públicas del período maoísta y las multinacionales extranjeras. El objetivo era que estas transfirieran su tecnología a cambio de tener acceso preferente al mercado chino. En ese sentido, los acuerdos más exitosos tuvieron lugar entre 1986 y 1996 entre las empresas públicas chinas SAIC y FAW y el grupo alemán Volkswagen.

Fuente: eleconomista.com.mx